Ya están aquí las comuniones. Ese momento tan especial para los niños y para sus familias. Para los que nos dedicamos a esto, las comuniones siempre han sido una parte muy importante del trabajo del año. Normalmente suponían el comienzo de la temporada y la vuelta a hacer fotos o vídeos después del duro invierno. Ahora las parejas espácian más las fechas para casarse, así que ya algunos vamos con el rodaje hecho a las comuniones.
Una cosa muy buena que siempre han tenido las comuniones, especialmente para los fotógrafos con estudio, son las múltiples formas de trabajar. Desde la fotografía de estudio para recordatorios y álbumes, las ceremonias y las celebraciones en los banquetes. La fotografía y los vídeo de comunión han evolucionado mucho, de mano de la fotografía de bodas. Ya no se suelen hacer esas fotos para los recordatorios con el libro y el rosario entre las manos, si no que se hacen fotos en exteriores, más desenfadadas y más divertidas. Al fin y al cabo son niños.
Con la popularización de la fotografía gracias a las cámaras digitales y a los teléfonos móviles, la fotografía y videografía en las celebraciones ha pasado a mejor vida y prácticamente nadie quiere que haya un fotógrafo o un videógrafo en el banquete. La fotografía de estudio sigue gozando de una relativamente buena salud. Y aunque los videógrafos nunca hemos realizado sesiones en estudio ni prácticamente celebraciones tampoco, si que seguimos haciendo vídeos de las ceremonias.
Las comuniones se hacen en grupo. Y eso tiene sus partes buenas y sus partes malas. La mala es que al final el vídeo de la comunión del niño está menos personalizado. Por contra tiene la parte bonita de hacer la comunión con sus compañeros, y toda la ceremonia de grupo. En el caso de los vídeos, nos centramos en la ceremonia en si, recogiendo todo lo que ocurre y procurándo ser equitativos en cuanto al tiempo que aparece cada niño en pantalla. La mayoría de las veces lo conseguimos.
Hacer un vídeo de comunión supone un recuerdo tan importante o más que las fotografías, especialmente en la ceremonia. Al fin y al cabo, si todo se mueve, ¿por qué el recuerdo de la celebración debería ser estático?