Ya llegó la primavera. El més de abril ya está aquí y aunque con retraso, os dejo uno de los últimos vídeos de la temporada pasada. Fué un vídeo diferente, de esos que casi haces por casualidad, que surgen a última hora y que no esperas que vaya a quedar así.
No es un vídeo mejor ni peor que otros pero es un vídeo diferente por que hacer un vídeo de boda en Toledo siempre es diferente. Para los que no viajamos mucho, ni nos llaman para hacer vídeos por todo el mundo, salir de Madrid y llegar a Toledo supone un cambio, pequeño, pero cambio al fin y al cabo en nuestra forma de hacer las cosas. Ya véis con qué poquito nos conformamos.
Hacer un vídeo de boda en Toledo es diferente por muchos motivos. Tiene muchas ventajas, y también muchos inconvenientes. No se llega bien a los sitios, moverte por el centro en coche es una locura, hay que andar mucho, acabas muerto corriendo detrás de los novios, pero merece la pena. Cada rincón de Toledo es una postal. Y hay muchos rincones donde hacer planos geniales. Pero más allá de donde vayas, de por donde te muevas, de donde se case la pareja, Toledo tiene una luz especial. Esa luz de atardecer, da igual la época del año, que hace, que vayas donde vayas todo se vea distinto.
Araceli y Andrés se casaron en una iglesia de esas del centro de Toledo, que se levantan en medio de una plaza rodeada de callejuelas. A un paso de allí, la catedral, la Puerta de Bisagra, el puente de Alcántara y por todos lados la luz. Para los que nos dedicamos a esto la luz lo es todo. Por eso hacer un vídeo de boda en Toledo tiene esa luz distinta, diferente, tan especial.
La tarde acompañaba y fuimos recorriendo distintos puntos de Toledo para la realización del vídeo. Terminamos el día en un cigarral celebrándolo por todo lo alto.
Este es el resultado.