En las bodas de película la escena es la siguiente: nos invitan a una boda. Todo transcurre con normalidad y llega el momento de darse el Sí, quiero. Se hace el silencio y todos los invitados esperan a que alguien pronuncie la mítica frase: si alguien tiene algo en contra de que esta boda se celebre, que hable ahora o calle para siempre.

Si trasladamos las bodas de película a la realidad, muchas personas piensan que esta frase se utiliza habitualmente en las celebraciones de bodas, pero no es más que una leyenda urbana, una frase de película. En el cine se crea una situación dramática en la que todos los presentes están pendientes de que alguien diga algo. Pero, ¿qué tiene de cierto y de leyenda esta frase? ¿Se pronuncia en las bodas? ¿Alguna vez ha servido para algo?

Bodas de película

Lo cierto es que en España no se pronuncia esta frase en las ceremonias, con lo que no se puede dar la situación de que alguien se manifieste en contra del enlace. Tanto en las ceremonias civiles como religiosas no se hace mención a esta frase, tan solo se hace referencia, en las bodas civiles, a que no existe ningún impedimento legal, mención que también se hace en las bodas religiosas.

Ahora bien, ¿de dónde viene el mito? ¿Es una cosa del pasado? ¿Un invento de las películas? ¿Alguna vez se ha parado una boda porque alguien haya dicho que si, que efectivamente hay un impedimento?

Se podría decir que, a pesar de no ser un invento exclusivamente cinematográfico, ha sido el cine y la televisión la que han hecho mítica esta frase. No ocurre en las bodas actuales, pero tiene un origen real.

Hay que remontarse al siglo XVI para que se popularizase la liturgia matrimonial tal y como la conocemos ahora, con otras frases míticas nupciales como «Hasta que la muerte os separe». Fue entonces cuando se popularizó la frase que pone en riesgo el resto de la boda. Básicamente esta frase se utilizaba para que, si un padre no había pagado la dote convenida, la familia contraria tuviese la oportunidad de hablar y de oponerse a la boda. También podía utilizarse para poner en tela de juicio la virginidad de una novia, requisito que era absolutamente indispensable en las bodas de la época.

Pero no se trataba únicamente de una frase o rito que se pudiese celebrar el día de la boda, sino que cuando se hacía público que se iba a contraer un matrimonio, existían tres semanas para que cualquier persona, “si existieren impedimentos legítimos, pudiere darlos a conocer.” Proceso que se mantenía hasta el día de la ceremonia de boda.

Otro de los motivos por el que alguien pudiera oponerse a la celebración de una boda era la posibilidad de casarse con un pariente cercano. Si bien hoy en día es legal, en la mayoría de países, casarse con un primo hermano, en la edad media esto no estaba tan bien visto y además era prácticamente imposible saber quiénes eran tus primos segundos o terceros.

En la actualidad y a pesar de que el cine diga lo contrario, esta práctica no se lleva a cabo. No se pronuncia la famosa frase, ni en las bodas cristianas (las más comunes dentro de las religiosas) ni en las bodas civiles.

En el caso de que exista algún impedimento legal que pueda impedir la ceremonia, como por ejemplo que uno de los contrayentes siga legalmente casado, esto se resolvería con anterioridad a la ceremonia, por lo que esta no llegaría a celebrarse.

Así, por mucho que lo hayamos visto en el cine o en la televisión, es poco probable que alguien se levante de su asiento, o que alguien aparezca por la puerta y diga que la boda no puede celebrarse.